Conozca un Algarve diferente, su interior tranquilo y verdoso esconde aldeas tradicionales y paisajes espectaculares. ¿El camino para llegar a este mundo protegido? ¡Nada más fácil… sólo hay que seguir las flechas!
Indicado en el terreno con señalización y paneles interpretativos, este recorrido se conoce como “Vía Algarviana” y cruza longitudinalmente la región. La Vía tiene su origen en un antiguo camino religioso seguido por los peregrinos que se dirigían al Promontorio de Sagres donde se encontraron las reliquias de S. Vicente. Desde Alcoutim, junto al río Guadiana, hasta el Cabo de San Vicente hay cerca de 300 Km. divididos en 14 etapas que comienzan y terminan en localidades con alojamiento y restauración. Todo pensado para que pueda adaptar el trayecto a su ritmo, o escoger solo los tramos que más le interesen.
Pasando Benafim
Esta inmersión en la naturaleza comienza en el muelle de Alcoutim junto al Río Guadiana y cruza la Sierra del Caldeirão, zona de producción de corcho y de aldeas típicas que no se debe perder como Salir, Benafim y Alte. A mitad del recorrido, pasando São Bartolomeu de Messines, el camino prosigue a lo largo de la Ribeira del Arade, en un paraje de gran belleza. Silves merece una visita obligada, antes de poner rumbo a la Sierra de Monchique, cuyos paisajes deslumbrantes se pueden admirar desde Picota o de Fóia, los cimas más elevadas del Algarve. Después de pasar por zonas casi salvajes, el camino cruza Marmelete, Bensafrim y Barão de São João y un bosque de pino piñonero. Se siente el olor a mar y la Vía Algarviana llega a su fin en el Parque Natural del Sudoeste Alentejano y Costa Vicentina, el tramo de costa mejor preservado de Europa.
A lo largo del recorrido, aprecie la belleza y el aroma de la vegetación donde no falta romero, hinojo, tomillo, jara, brezo e incluso las orquídeas más raras. Entre los árboles y arbustos destacan el madroño, la higuera, el algarrobo, el alcornoque y el almendro que proporcionan materia prima para dulces y licores deliciosos. Ríos y riberas garantizan la frescura en los días más calurosos y son el hábitat de las nutrias, entre otras especies. En este territorio, en parte integrado en la red Natura 2000, también podrá encontrar liebres, jabalís o zorros y algunos linces que son más difíciles de avistar. En cuanto a las aves, el alzacola rojizo y el abejaruco destacan por los colores de su plumaje y, tal vez sea necesaria más atención y prismáticos para observar el águila perdicera o el búho real que buscan lugares muy altos.
Aquí todavía se practica la agricultura tradicional, subsistiendo molinos de viento, eras y hornos comunitarios. En las casas tradicionales encaladas de blanco sobresalen chimeneas labradas con una delicadeza notable. Sus simpáticos y acogedores habitantes mantienen vivas las tradiciones del mundo rural y transforman en manjares aquello que la tierra les da, el aguardiente de madroño, licores de poleo o de almendra, miel, quesos o embutidos son algunos de los productos que debe probar y llevarse, así como los objetos de artesanía, excelentes recuerdos que manifiestan la habilidad de estas gentes en cestería, tejeduría, alfarería y muchas otras artes.
¿Piensa comenzar su recorrido? Equípese debidamente con ropa y calzado adecuados y no olvide la brújula o el GPS, y otros objetos prácticos. Antes de partir consulte la página web de la Vía Algarviana para obtener información detallada y… échese a andar. ¡Buena jornada!
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